por Rainer Huhle
Charles Malik fue uno de los diplomáticos más importantes de las dos primeras décadas de las Naciones Unidas. En la conferencia de fundación de la ONU representó a su pequeño país, el Líbano. Fue reportero en la Comisión de Derechos Humanos hasta 1950 y la presidió los dos años siguientes. En febrero de 1948 fue elegido presidente del Consejo Económico y Social (ECOSOC) y del Tercer Comité, donde tuvieron lugar los debates más importantes sobre la Declaración Universal. Su último cargo importante en la ONU fue la presidencia de la Asamblea General en 1958.
Como varios otros colegas suyos, Malik comenzó su extraordinaria carrera de forma repentina e inesperada. Cuando era catedrático en Filosofía en la American University de Beirut, fue nombrado embajador en la conferencia de la ONU en San Francisco por el gobierno del Líbano, que había conseguido la independencia de Francia dos años antes. Hasta ese momento el currículum de Malik era impresionante, aunque únicamente en el aspecto académico. Había estudiado Matemáticas y Física en la American University de Beirut, y posteriormente Filosofía en Harvard y Friburgo con profesores tan prestigiosos como Alfred N. Whitehead y Martin Heidegger, respectivamente. Cuando los nazis llegaron al poder en Alemania, Malik se marchó a Estados Unidos, y en 1937 se doctoró en Harvard. A su vuelta al Líbano fundó la facultad de Filosofía en la American University, de la cual fue decano hasta que su país le nombró embajador en 1945.
Si hubiera que elegir a la persona que más contribuyó a la creación de la Declaración Universal, Charles Malik sería sin duda uno de los candidatos. Como relator ocupó una posición clave en la Comisión de Derechos Humanos junto a la Presidenta Eleanor Roosevelt. Su tarea era coordinar los diferentes temas de discusión, dejar constancia de los resultados y transmitirlos a los demás órganos de la ONU, en los que él mismo participaba con frecuencia. La combinación de la habilidad diplomática que desarrolló como relator y de la formación filosófica que ya poseía no tenía precedentes en la Comisión.
Sin embargo, no siempre le debió resultar fácil compaginar ambas cosas, porque era un hombre muy terco, con firmes ideas sobre la mayoría de cuestiones, que defendía incansablemente. El ensayista palestino Edward Said describe en su autobiografía a Malik, pariente y compañero suyo en Harvard: “Del tío Malik, como lo llamábamos todos, descubrí el atractivo que puede tener un dogma, la búsqueda de la verdad irrefutable y una autoridad incuestionable. Con su gran cabellera negra, sus ojos penetrantes, su nariz aguileña, su considerable envergadura y las largas zancadas de sus grandes pies, dominaba el espacio sin la más mínima vacilación e inseguridad. En los años cuarenta y cincuenta abrigábamos nuestras esperanzas en la tranquilizadora seguridad moral y la indomable fuerza de Malik y en su inquebrantable creencia en la eternidad“.
Ambos procedían de familias árabes cristianas pero acabaron en polos opuestos del mundo intelectual árabe de la época. El pensamiento filosófico de Malik en relación a los derechos humanos estaba influenciado por las ideas del humanismo cristiano y del derecho natural. Cuentan algunos contemporáneos que el vicepresidente de la Comisión de Derechos Humanos, P. C. Chang, un filósofo cualificado como Malik, tenía que controlar con frecuencia su afán filosófico. Pero Malik entendía que era necesario sacrificar ciertos principios para conseguir formulaciones universales que fueran mayoritariamente aceptadas. Fue uno de los defensores más elocuentes de la universalidad de los derechos humanos, que promovía continuamente en sus textos y discursos. Malik describió la Declaración Universal como “una poderosa, sonora, clara y unánime declaración de las Naciones Unidas “”no de un filósofo aficionado ni de un jurista con buena fe“” sobre lo que pertenece a cada ser humano por su condición de humano“. La descripción queda abierta intencionadamente para que pueda ser interpretada según el derecho natural o como resultado de un acuerdo: “El mensaje no proviene de un determinado sistema legal, de una determinada religión, de una determinada cultura política, ni de una determinada filosofía de vida. El mensaje proviene del conjunto de perspectivas de todos los sistemas, religiones, culturas y filosofías. Que se haya llegado a un acuerdo “”¡y menudo acuerdo!“” en este campo es algo excepcional“. En las palabras de Malik se percibe el orgullo por un trabajo que en gran parte pudo considerar suyo. Y también se percibe en ellas el esfuerzo que costó alcanzar semejante grado de acuerdo y universalidad.
Malik también se ocupó desde un primer momento de algunas de las cuestiones más complejas sobre derechos humanos, que incluso hoy siguen provocando discordia. En San Francisco tomó una posición firme sobre la relación entre la política de paz y la protección de los derechos humanos; cuando se debatía si los derechos humanos debían tener cabida en la declaración de una organización que vela por el mantenimiento de la paz, Malik declaró que la paz y la seguridad son indudablemente un bien que no tiene precio, pero no dejan de ser categorías formales y estáticas en sí mismas. “Hay casos muy evidentes en los que la paz y la seguridad no se sustentan en una justicia auténtica, y por lo tanto no deben mantenerse. Si la paz no tiene como base una justicia auténtica, no es una paz verdadera. […] La paz en la que la gente piensa y que defiende por iniciativa propia sólo se puede basar en los derechos y las libertades. Hay una paz que en el fondo oculta terribles conflictos internos, y una seguridad que es sumamente insegura“.
El 9 de diciembre de 1948 Malik fue uno de los primeros ponentes en el debate sobre la Declaración Universal. Como relator de la Comisión de Derechos Humanos dio un informe detallado sobre la génesis de la Declaración desde la fundación de la ONU. También remitió a los orígenes intelectuales de la Declaración, haciendo hincapié en el rechazo al nazismo, tal como estaba estipulado en el preámbulo, que en parte había formulado él. Finalmente volvió a destacar el carácter vinculante de los derechos humanos para todos los Estados de las Naciones Unidas.
La universalidad era uno de los temas que más preocupaban a Malik, por lo que sorprende la posterior evolución de sus principios políticos. Hasta los años ochenta enseñó en universidades americanas y de otros países y ocupó diversas cátedras de Filosofía. Al mismo tiempo impartía clases en su antigua universidad en el Líbano. Pese a que su rechazo del fascismo y del comunismo le unía a Estados Unidos, no dudaba en despreciar el “estúpido materialismo“ de la cultura americana. Se consideraba representante de una cultura árabe occidental en la que veía los ideales de un humanismo cristiano. En el Líbano esperaba encontrar una síntesis de esa tradición cultural del Viejo Mundo y de su concepción occidental del hombre como ser individual y liberal. Pero cuando en 1975 estalló la guerra civil, Malik se alineó con el bando de la falange cristiana, y sus declaraciones públicas se volvieron cada vez más fundamentalistas.
“En los años setenta había sido el símbolo de todo aquello que se oponía al Oriente Próximo árabe y sobre todo islámico. Comenzó su carrera política a finales de los años cuarenta como representante del mundo árabe a favor de Palestina en las Naciones Unidas, y la terminó como el arquitecto de la alianza antipalestina con Israel durante la guerra civil en el Líbano. Cuando pienso en la carrera intelectual y política de Malik, con todo lo que significó para mí, joven admirador y pariente suyo y compañero de los mismos círculos intelectuales, la considero la lección intelectual más negativa de mi vida“. De esta forma tan amarga veía Edward Said los últimos años del “tío Charles“.
Malik siguió un curso político controvertido, pero lo mismo hicieron muchos otros de los fundadores de los derechos humanos en la ONU. La toma de posiciones particularistas fue el resultado de una política internacional que no dejaba margen al desarrollo de los derechos humanos. Durante la Guerra Fría se justificaron todo tipo de posiciones fundamentalistas apelando a los derechos humanos, cuya reivindicación universal se redujo en favor de los intereses particulares. El recelo que hay en muchos países hacia la reivindicación universal de los derechos humanos surgió en esa época, y no en los primeros años tras la victoria sobre el fascismo, en los que Malik y otros muchos delegados generosamente supieron conciliar sus opiniones e intereses particularescon los grandes ideales de la Declaración Universal. A Charles Habib Malik se le recordará sin duda por su trabajo en esos primeros años.
Traducción del alemán: Álvaro Martín Martín