Shaista Ikramullah (1915 – 2000) Pakistán

Sep 24th, 2008 | By | Category: Biografías

por Rainer Huhle

Shaista-Ikramullah

Foto: Shaista Ikramullah como presidenta de la delegación pakistaní­ en las Naciones Unidas, 1956/1957

Shaista Ikramullah nació en Calcuta en 1915, en el seno de una familia musulmana adinerada. Su tí­o Huseyn Shaheed Suhrawardy estuvo ligado al movimiento independentista indio desde sus inicios, y fue así­ como la joven Shaista se familiarizó con las discusiones polí­ticas desde pequeña. Alentada por su padre, un cirujano que también se dedicaba a la polí­tica, recibió una educación excelente y con sólo veinticinco años se doctoró en la London University, convirtiéndose en la primera musulmana en conseguirlo. En el periodo de entreguerras no era habitual que las mujeres indias tuvieran acceso a la educación superior y a la polí­tica, pero entre las familias más ricas (tanto musulmanas como hindúes) tampoco era algo insólito. En su autobiografí­a From Purdah to Parliament, Shaista Ikramullah describe con gran sensibilidad su infancia y juventud, que vivió entre las tradiciones musulmanas incuestionables y la ventana al mundo que el Islam ofrecí­a a las mujeres. Mohammad Ali Jinnah, lí­der de la Liga Musulmana que impulsó la independencia de Pakistán y elegido primer presidente del nuevo estado en 1947, era consciente de la importancia que podí­a tener un fuerte movimiento polí­tico feminista, y lo fomentó. En 1944 declaró: “Es un crimen contra la humanidad que nuestras mujeres estén encerradas como prisioneras entre las cuatro paredes de sus casas“.

En efecto, bajo el manto protector de estas proclamaciones paternalistas se desarrolló un fuerte movimiento feminista independiente, tanto entre musulmanas como entre hindúes, y Shaista Ikramullah fue una de sus protagonistas. Al principio destacó como organizadora de un movimiento estudiantil de mujeres (All India Muslim League Women Students Federation) dentro del fuerte movimiento estudiantil que luchaba con la Liga Musulmana por la independencia. Más tarde fue secretaria internacional de la All Pakistan Women’s Association y presidenta de la University Women’s Association.

El hecho de que Shaista no liderara la lucha por los derechos de la mujer desde el congreso nacional, que se declaraba abiertamente musulmán, sino desde la Liga Musulmana, estuvo probablemente motivado por su familia. Ni ella ni su tí­o Huseyn Shaheed Suhrawardy, de quien posteriormente escribió una biografí­a, instigaron la horrible guerra civil que acompañó la separación de India y Pakistán. En realidad Suhrawardy colaboró con Ghandi para detener las matanzas. Sin embargo, parece que Shaista Ikramullah siempre tuvo como objetivo fundamental conseguir un estado independiente para los indios musulmanes.

En 1947 fue una de las dos mujeres elegidas para el primer parlamento de Pakistán. Ambas promovieron la Islamic Personal Law of Sharia, que finalmente fue aprobada. Dicha sharia (ley islámica) preveí­a entre otras cosas que las mujeres tuvieran el mismo derecho sucesorio, el mismo salario y las mismas posibilidades en el mercado laboral que los hombres, derechos que se plasmaron en la constitución de Pakistán de 1951.

Poco después Shaista Ikramullah explicó en las Naciones Unidas “”Pakistán ingresó en 1947 tras proclamar su independencia“” cómo se podí­a entender el derecho islámico en Pakistán y otros paí­ses islámicos, diferente de como se entiende hoy en dí­a. Como delegada de su paí­s y miembro del Tercer Comité, el organismo más importante encargado de la elaboración de la Declaración Universal junto con la Comisión de Derechos Humanos, abogó por una interpretación del derecho islámico compatible con los derechos humanos. Arabia Saudita, el único paí­s islámico que más adelante se abstuvo en las votaciones por la Declaración, se opuso especialmente a la normativa sobre la igualdad de derechos de la mujer y sus derechos en el matrimonio. Shaista Ikramullah objetó que las resoluciones de la Declaración Universal no se oponí­an al derecho islámico, sino que protegí­an a las mujeres solteras de los matrimonios forzados y a las divorciadas de la pérdida de derechos. A fin de cuentas las objeciones de Arabia Saudita favorecerí­an la discriminación de las mujeres. En el acta de la discusión queda constancia de la convicción de Ikramullah de que todos los paí­ses civilizados podí­an aceptar las resoluciones del artí­culo sobre el matrimonio y la familia, y que en cualquier caso eran compatibles con el derecho pakistaní­.

Shaista-Ikramullah_Vijay-Lakshmi-Pandit

Foto: Shaista Ikramullah (derecha) y su homóloga india Vijay Lakshmi Pandit en las Naciones Unidas

Para Shaista Ikramullah la postura del gobierno pakistaní­ era perfectamente compatible con su concepción de sí­ misma como musulmana. En el mismo debate se opuso a que se excluyera la profesión religiosa de la discusión sobre el derecho matrimonial. El 9 de diciembre de 1948 representó a Pakistán en la Asamblea General con motivo del debate sobre la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, y destacó especialmente el problema del “genocidio cultural“. Según ella, un grupo de gente se suele caracterizar más por su herencia espiritual y cultural común que por ser de una misma etnia, un argumento que sin duda refleja su propia experiencia en India y Pakistán. Por ese motivo, el enfoque de la Convención exclusivamente en las diferencias étnicas no era suficiente. Shaista querí­a que se sancionasen al menos dos manifestaciones de “genocidio cultural“: la conversión forzosa masiva a otra religión y la destrucción de edificios religiosos. Según explicó, para los orientales ese tipo de cuestiones espirituales son más importantes que las pérdidas materiales.

Las “cuestiones espirituales“ siempre tuvieron un papel importante en la vida de Shaista Ikramullah. Hasta muy mayor escribió literatura y artí­culos para revistas, y tradujo literatura universal a su lengua materna, el urdu, y del urdu al inglés. Cuando falleció en Karachi en 2000, el fundamentalismo islámico ya habí­a destruido mucho de lo que Ikramullah habí­a conseguido por las mujeres musulmanas. Sin embargo, la vida y el trabajo de Shaista Ikramullah demostraron que el Islam y los derechos humanos no son incompatibles.

Traducción del alemán: Álvaro Martí­n Martí­n

 

Comments are closed.