David Fernández: La “Iglesia” que resistió a Pinochet. Historia, desde la fuente oral, del Chile que no puede olvidarse. Madrid: IEPALA, 1996

Feb 17th, 1996 | By | Category: Reseñas

La superación del perí­odo de dictadura y violencia en América Latina ha facilitado que en algunos paí­ses, jóvenes intelectuales asuman el reto de reescribir e interpretar la historia reciente en la que ellos mismos son de alguna manera protagonistas. Tal es el caso de la presente obra de David Fernández, basada en su Tesis Doctoral defendida en la Universidad de Cádiz en 1995.

En “La “Iglesia” que resistió a Pinochet”, David Fernández sistematiza acontecimientos polí­ticos y religiosos de los últimos 30 años en Chile y evalúa las formulaciones teóricas desarrolladas por 36 lí­deres y miembros destacados de la resistencia polí­tica que cuestionó, a través de métodos no violentos, al régimen dictatorial. Igualmente presenta valoraciones crí­ticas del rol ambiguo de la jerarquí­a eclesiástica frente al dictador Pinochet.

Fernández afirma que para la reconstrucción de la historia de la Iglesia chilena durante la época de la dictadura se ha permitido utilizar la fuente oral como la más importante, “lo que nos ha permitido remirar la historia que se ha construí­do sólo a partir del dicurso escrito, enriqueciéndola con el aporte de aquellos cuyas voces no han sido retenidas por las historias oficiales porque no tienen poder”. Aclara su opción afirmando que “la historia oral nos permite rescatar del olvido, consciente o inconsciente, a los que son marginados por sus opciones de liberación, y por lo tanto son molestos (sic) para las autoridades establecidas, y a los que son marginados por la galopante exclusión socioeconómica que implanta el sistema capitalista”.

David Fernández proclama que a pesar de que pueden lloverle todo tipo de acusaciones que pretendan desautorizar la calidad de su investigación, él ha optado por mirar la historia desde la realidad de los marginados, de los excluí­dos, de los que no tienen poder, cuestionando el hecho que “la historia lleva demasiado tiempo atada a las visiones uní­vocas de los historiadores que miran desde el sistema dominante, y nos han hecho creer que esa mirada es la “objetiva”, la “imparcial”, la “Correcta”, la “única”.

Entre los personajes que Fernández entrevistó para escribir su “historia de la Iglesia que resistió a Pinochet”, se encuentran 23 laicos y doce sacerdotes católicos que a través de organismos de defensa de los derechos humanos, o de medios de comunicación como las revistas “Mensaje” y “Pastoral Popular” expresaron su solidaridad con aquellos que sufrí­an la violencia de la dictadura militar, o promovieron su culminación y el tránsito a una sociedad mas o menos democrática. En el grupo calificado como la “base de la fuente oral” conviene destacar al sacerdote jesuita José Aldunate, carismático opositor al régimen dictatorial, miembro del “Movimiento contra la Tortura Sebastián Acevedo”, así­ como al laico Fernando Aliaga, historiador, miembro del “Servicio de Paz y Justicia”. Otros lí­deres que aportaron con su respuesta crí­tica a la dictadura, y que brindan su testimonio en esta obra son los sacerdotes Alfonso Baeza, Pablo Fontaine, Esteban Gumucio, y Ronaldo Muñoz, quienes a través del Movimiento “Cristianos por el Socialismo” alentaron en sectores de la juventud chilena y especialmente en los pobladores de los barrios populares, la militancia cristiana por la justicia y la paz, incluso hasta el sacrificio de la propia vida.

Para escribir esta historia, David Fernández entrevistó a siete destacadas mujeres, lí­deres de organismos de derechos humanos como Daniela Sánchez, Carmen Garretón y Marí­a Luisa Sepúlveda, de la Vicarí­a de Solidaridad, así­ como a Viviana Dí­az y Sola Sierra (+) luchadoras por la verdad y la justicia integrantes de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, de papel tan valioso para el desmoronamiento del régimen de Pinochet.

La presente obra del doctor David Fernández está estructurada en cuatro capí­tulos: I: Del cristianismo de avanzada a la “Iglesia” que resistió a Pinochet, II: Junta militar y jerarquí­a católica: “poder versus poder”, III: Respuesta de la Iglesia católica ante los atropellos de los derechos humanos: “Iglesia samaritana”, y IV: Respuestas de la Iglesia católica chilena ante el sistema neoliberal impuesto: “Iglesia profética”. El listado de fuentes escritas y la bibliografí­a ocupan cerca de 30 páginas.

El autor aclara que “no todos los miembros de la Iglesia católica resistieron a la dictadura. Una parte, la más integrista, la defendieron; otros, en cambio, se mantuvieron en la ambiguedad que hace cómplice. Además, la Iglesia católica no monopolizó la resistencia al régimen militar”, aclarando enseguida que miembros de las iglesias protestantes jugaron un papel importante en la resistencia a la dictadura. Para la mayorí­a de los entrevistados por Fernández, el Concilio Vaticano II, celebrado entre 1962 y 1965 bajo el liderazgo de Juan XXIII y Pablo VI, “es un acontecimiento eclesial de repercusiones mundiales que marca un hito fundamental en la historia de la Iglesia católica…que remeció las anquilosadas estructuras eclesiásticas de cristiandad e intentó ponerlas al dí­a…rompiendo el hermetismo rancio que la alejaba de la realidad, que la hací­a ser un ente al margen de la historia” (Pág. 43).

De acuerdo a Segundo Galilea, “el Concilio influyó poderosamente en la configuración de una nueva conciencia cristiana”, abriendo muchas posibilidades para un trabajo de formación social y polí­tica orientada a la justicia y la solidaridad dentro de las comunidades cristianas. A la influencia del Concilio Vaticano II, David Fernández suma la influencia de la Revolución Cubana en muchos miembros de las comunidades cristianas de base que cumplirán un rol protagónico en la resistencia a la dictadura.

David Fernández asegura en esta obra que “un papel destacado en toda esta elaboración sobre la marcha, al ritmo de los acontecimientos, (de una acción revolucionaria) lo tendrá la Compañia de Jesús”, que a través de su trabajo pedagógico buscaba “cambiar las mentalidades: producir pensamiento y difundirlo para ir mermando los esquemas de injusticia anquilosados en la mente de la mayorí­a”.

Otro acontecimiento importante para la vida de los cristianos católicos de Chile y de América Latina será la II Conferencia del Episcopado Latinamericano, celebrada en Medellí­n, Colombia, entre agosto y setiembre de 1968, y que insistió en la responsabilidad cristiana por construir la paz y la justicia social. La interpretación de cristianos de base, como Jaime Escobar es que: ” Después de Medellin vino una explosión, lo que llaman los teólogos una irrupción de los pobres en la vida de la Iglesia.” David Fernández plantea aquí­ que “Medellí­n confirma e impulsa el camino abierto por los “cristianos de avanzada” a través de la “encarnación” en los sectores populares y del discurso social cristiano radical, que va naciendo en el contacto directo con la miseria de los sectores populares chilenos y a través del análisis de las causas de esa situación de “violencia estructural

Luego de describir en los primeros capí­tulos el contexto eclesial, el autor reseña el desarrollo de agrupaciones polí­ticas vinculadas a los sectores cristianos de izquierda, como el MAPU, Movimiento de Acción Popular Unitaria, surgido tras una escisión del partido demócrata cristiano. Según Fernández, “el MAPU acabará jugando un importante papel en la configuración de la Unidad Popular que logró obtener la Presidencia para Salvador Allende”.

Entre los grupos de católicos que resistieron a Pinochet David Fernández presenta al movimiento de “Cristianos por el Socialismo”, surgido en setiembre de 1971, y sobre cuyo nacimiento el autor advierte que “abre una etapa de dos años que ha marcado profundamente la historia de la iglesia chilena, hasta el punto que la jerarquí­a todaví­a no ha terminado de procesar el trauma que para ellos supuso este movimiento”. (Pág. 93). “Cristianos por el Socialismo”, que se convirtió en un movimiento generador de opiniones polí­ticas desde una base cristiana, fue acusado de crear división en la Iglesia, pese a que esta ya existí­a desde mucho antes.

Hay divergencias en la valoración del rol de Cristianos por el Socialismo, en el cual, según algunos, se agruparon sacerdotes que conviví­an con los pobladores y/o trabajaban como un obrero mas para vivir. Según otros, “Cristianos por el Socialismo” “fue un invento de los curas extranjeros (norteamericanos, españoles, franceses, holandeses) que siempre estaban intentando poner en práctica en paí­ses ajenos lo que no podí­an realizar en los suyos”, tal como lo dijo Segundo Galilea. (Pág. 95). Para David Fernández Cristianos por el Socialismo “no era un invento descarnado de los curas extranjeros. Estos pertenecí­an al movimiento en cuanto sacerdotes encarnados en medios populares, y no en cuanto que eran extranjeros”.

Respecto al gobierno dictatorial, el autor sostiene que “El golpe (de Pinochet) fue el instrumento utilizado por la burguesí­a chilena y las multinacionales norteamericanas para que los sectores pudientes de la sociedad recuperaran el poder polí­tico”. Después de explicar la represión de los militares, que también afectó a dirigentes católicos, como el sacerdote Joan Alsina, asesinado ocho dí­as después del Golpe, el autor recuerda que “la brutalidad de la dictadura se dirigió también contra la barba, el pelo largo y las mujeres con pantalones”.

Fernández describe brevemente la represión económica, asociada a la implantación del neoliberalismo en Chile, que produjo más pobreza y exclusión social. A continuación, David Fernández analiza el rol de la jerarquí­a católica durante la dictadura, en la que habí­a quienes no podí­an tolerar que la iglesia dejara de ser un poder dentro del paí­s. Ante el golpe de estado, según Fernández, la jerarquí­a católica reacciona con una actitud muy ambigua, reconociendo la legitimidad de la acción golpista de los militares, ya que “el marxismo es un rival más peligroso para el catolicismo que el neoliberalismo. En el neoliberalismo la Iglesia puede jugar a tener su status de poder, entre otras cosas porque el neoliberalismo nunca va a cuestionar el rol de una Iglesia que es funcional a su ideologí­a en la medida en que no cuestiona en profundidad sus raí­ces de injusticia”, afirma. (pág. 137) El autor narra que a mediados de octubre de 1973, incluso el cardenal Silva Henriquez “emprendió un viaje a Roma para apaciguar al Papa Pablo VI, el cual tení­a pensado hacer una denuncia pública de las barbaridades del régimen militar en Chile”.

Más adelante se explica que la iglesia oficial actuó según un criterio de “populismo progresista, intentando combinar con equilibrio la cristiandad tradicional con el progresismo social moderado. Es en este contexto que se crean las entidades que se encargarán de atender los problemas de violaciones a los derechos humanos de la dictadura: el Comité para la Paz en Chile, y la Vicarí­a de la Solidaridad, quienes gracias a la habilidad de sus integrantes asumirán un trabajo de defensa de los derechos humanos y denuncia de la situación, que contribuyó al aislamiento internacional de Pinochet.

En el tercer capí­tulo de la obra se describe el rol importantí­simo en la defensa de los derechos humanos del Comité para la Paz en Chile, donde participó muy activamente el obispo luterano Helmut Frenz, a quien después de sus denuncias en el extranjero la dictadura le prohibió volver a Chile. Aquí­ también se relata el surgimiento de la Vicarí­a de la Solidaridad que reemplazó al anterior organismo. Asimismo se explica el desarrollo de otros organismos católicos como la Vicarí­a de Pastoral Obrera y el Movimiento contra la Tortura Sebastian Acevedo, que con sus marchas de protesta y sus denuncias desafiaron constantemente a la dictadura de Pinochet.

La obra del Dr. Fernández concluye con el ensayo: “La Iglesia en la transición: buscando su identidad”, en el cual se afirma que actualmente en la iglesia católica chilena hay un repliegue y un retorno a las concepciones y prácticas religiosas tradicionales, como parte de una involución eclesiástica mundial. Este proceso “se intensificó con la llegada de Juan Pablo II al papado, y está dando lugar a una macrocefalia vaticana que quiere controlar cada suspiro de cualquier católico”.

por Esteban Cuya

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