iFelicitaciones, Tatic Samuel!

Ago 18th, 2002 | By | Category: América, Regiones

por Rainer Huhle

El 15 de septiembre de 2001, don Samuel Ruiz, obispo emérito de la diócesis de San Cristóbal, Chiapas, fue galardonado con el Premio Internacional de Derechos Humanos de la ciudad de Nuremberg. Así­ por primera vez en la historia de este premio lo recibe un representante del continente latinoamericano. Desde el Centro de Derechos Humanos de Nuremberg felicitamos a don Samuel no sólo por el premio (ya le deben sobrar los premios) sino ante todo por sus intervenciones valientes y atinadas en momentos en que muchos se salieron de sus papeles.

El Premio Internacional de Derechos Humanos de la ciudad de Nuremberg se otorga en base de la decisión de un jurado internacional, actualmente compuesto por las siguientes personalidades:

Theo van Boven, profesor de derecho internacional en la Universidad de Maastricht, Holanda; Rajmohan Gandhi, India, profesor de historia y ciencias polí­ticas (y nieto del Mahatma Gandhi), Maurice Glèlè-Ahanhanzo, Benin, Relator especial de las Naciones Unidas para racismo, xenofobia e intolerancia, Václav Havel, presidente de la República de Chequia; Roman Herzog, ex-presidente de Alemania ; Daniel Jacoby, Francia, presidente honorario de la FIDH; Asma Jahangir, Pakistan, Relatora especial de las Naciones Unidas para ejecuciones extralegales; Dani Karavan, Israel, artista autor de la „Calle de los derechos humanos“ en Nuremberg; Koí¯chiro Matsuura, Japón, Director General de la UNESCO; José Mí­guez Bonino, Argentina; presidente de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos Ludwig Scholz, Alcalde Mayor de Nuremberg.

Las decisiones del jurado se toman con independencia absoluta. Tres dí­as antes de la entrega del premio habí­an sucedido los terribles y terrorí­ficos ataques a los edificios en Nueva York y Washington, sucesos que naturalmente tuvieron su impacto también en los programas alrededor del premio y en el mismo acto solemne de la entrega del mismo que se desarrolló en la í“pera de Nuremberg.

Entre las autoridades invitadas a intervenir en dicho acto, se encontraban los ministros del interior tanto del gobierno federal alemán – Sr. Otto Schily – como del estado de Baviera – Sr. Günther Beckstein. Los dos son, en el ambiente polí­tico alemán, representantes de una lí­nea dura en la lucha contra el crimen y en el control de los flujos de refugiados hacia Alemania. Inevitablemente, en sus discursos se refirieron también a los ataques criminales de los comandos en territorio estadounidense, acometiendo contra el peligro del terrorismo y reiterando la solidaridad incondicional con el gobierno de Estados Unidos que el canciller alemán Gerhard Schröder ya habí­a proclamado.

El discurso laudatorio del premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel (v. la documentación en esta misma edición) colocó un contrapunto marcado. Desde la perspectiva latinoamericana, la experiencia con la polí­tica estadounidense se presenta de manera bastante distinta de la vista desde una Alemania cuyo sistema democrático fue instaurado después de la guerra mundial con el apoyo de Estados Unidos. El premio Nobel no sólo recordó las experiencias, gratas y tristes, que compartió con su amigo Samuel Ruiz. No pudo dejar de recordar también la serie de atropellos y agresiones que en todo el continente se han sufrido por parte de los gobiernos y tropas norteamericanos, destacando la formación de decenas de miles de militares en la „Escuela de las Américas“.

Don Samuel, quien ya en entrevistas periodí­sticas se habí­a tomado la libertad no sólo de condenar el terrorismo sino también preguntar por sus causas, no tuvo reparos en denunciar el sistema económico globalizante como productor de situaciones injustas e inhumanas que son el marco en el cual prolifera también la violencia terrorista. Sucedió entonces que no todas las caras de los asistentes al ilustre acto reflejaban regocijo, y no todas las manos aplaudieron con la mayorí­a del público. Pero cuando el premiado terminó su discurso, saliéndose del manuscrito distribuí­do anteriormente (v. la documentación en esta misma edición), no con una frase de cortesí­a sino con la constatación de que “no se debe dar la lucha contra la pobreza existente, cuanto más bien contra la injusta concentración de la riqueza“, el aplauso fue obligatorio hasta para los defensores más atrincherados de la economí­a globalizante.

Como siempre, la entrega del premio dio ocasión a una serie de eventos adicionales. Una vez más, se realizó una conferencia internacional, cuyo tema central se inscribí­a en el contexto de la Conferencia Mundial contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia. Entre los ponentes hubo varios que llegaron directamente de la conferencia de Durban, entre ellos Theo van Boven, y Maurice Glèlè-Ahanhanzo, el relator de las Naciones Unidas para el tema, a los cuales se sumó en momentos decisivos de la conferencia la abogada Fatimata M‘Baye, premio internacional de derechos humanos de Nuremberg de 1999 y también participante por su ONG mauritana en la conferencia de Durban. Ante la pésima impresión que la conferencia habí­a dejado en los medios masivos en casi todo el mundo, fue muy importante escuchar a algunos de sus destacados participantes que pusieron en su lugar los problemas de la conferencia, sin olvidar los logros que también hubo.

Don Samuel participó en varios servicios religiosos, católicos y ecuménicos, ofreciendo también en las iglesias sus experiencias de 40 años de trabajo pastoral en las montañas chiapanecas. Memorable para todos fue la presentación de la „Misa de paz para Chiapas“ del compositor mexicano Ignacio Olivarec, dedicada a don Samuel y ejecutada en su presencia por excelentes coristas, instrumentistas y solistas de Nuremberg y Frankfurt, bajo la dirección del compositor. En numerosos encuentros con la gente, en la iglesia, en la calle o en más reuniones, llegamos a conocer y querer la figura del obispo de los indí­genas, verdadero seguidor del padre Las Casas que le dio el nombre a la sede de la diócesis. Gracias, don Samuel.

La situación en Chiapas

Mientras se honra en el mundo el obispo emérito de San Cristóbal, en su diócesis y en el estado de Chiapas las cosas se complican. Durante los dí­as de la entrega del premio, hubo también algunos eventos en que tanto el obispo como el representante del chiapaneco Centro de investigaciones económicas y polí­ticas de acción comunitaria CIEPAC, Onésimo Hidalgo, informaron sobre los últimos acontecimientos en la región, después de la marcha indí­gena y zapatista a la capital y la aprobación de la „ley indí­gena“ que más parece una ley antiindí­gena. El 25 de abril, es decir a los pocos dí­as después de la sonada „marcha zapatista“ a la capital, que de ninguna manera era solamente una marcha de los zapatistas sino de muchos indí­genas sin afiliación al EZLN, el Senado de la República aprobó un „dictamen de reformas constitucionales en materia indí­gena“ el cual encontró el rechazo unánime por parte de las organizaciones indí­genas y de derechos humanos, además de grandes sectores polí­ticos que incluyen hasta los gobernadores de varios estados mexicanos con grandes poblaciones indí­genas. Si bien el dictamen legislativo tiene un lenguaje aparentemente positivo en cuanto prohibe toda forma de discriminación, garantiza los derechos de la mujer, o reconoce la autonomí­a indí­gena en las areas de cultura, educación, idioma y gobierno local, en su totalidad resulta un retroceso no solamente ante las expectativas de los miles de marchantes sino también ante lo ya sellado en los acuerdos de San Andrés entre el gobierno, el EZLN y las bases civiles de Chiapas. De la misma manera, la nueva ley queda en contradicción con las propuestas en la materia que hizo la „Comisión de Concordancia y Pacificación“ (COCOPA), una comisión del mismo Congreso de la República, instalada en 1995.

Referimos algunos párrafos del comunicado que con fecha del 28 de abril de 2001 emitió al respecto el „Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas“, cuyo presidente es el Obispo don Samuel Ruí­z Garcí­a:

„El dictamen reduce los derechos indí­genas reconocidos en el marco de los Acuerdos de San Andrés, siendo el dictamen una propuesta regresiva y no progresiva como la sociedad civil espera del debate legislativo. El dictamen del Senado no redundará en una mejor relación del Estado con los Pueblos Indí­genas, por el contrario, vuelve a un Estado proteccionista e integracionista en perjuicio de los pueblos indios.

  • La propuesta de la COCOPA propone reformas a diversos artí­culos de la Constitución mexicana, por lo que el reconocimiento de los derechos indí­genas configura una visión integral y reconoce en diversos ámbitos el derecho indí­gena como componente esencial del Estado mexicano. El dictamen del Senado propone un apéndice constitucional para los derechos indí­genas, dejando de lado la reforma integral del Estado en el que se reconocen distintos aspectos del derecho indí­gena en diversas materias.
  • La fracción II del artí­culo segundo (impartición de justicia) deja de reconocer validez a las determinaciones indí­genas tomadas según sus sistemas normativos, los cuales serán válidos sólo después de que hayan pasado por el procedimiento ante un juez o tribunal correspondiente. En la propuesta de la COCOPA dichas determinaciones ya se consideraban válidas y las autoridades jurisdiccionales solo convalidan.
  • En la fracción V del artí­culo segundo se deja de reconocer a los pueblos indí­genas el derecho al territorio, lo que va en detrimento del respeto a las culturas indí­genas.
  • En el último párrafo del apartado A del artí­culo segundo se deja de reconocer a las comunidades como entidades de derecho público y se les reconoce solo como entidades de interés público. La diferencia entre ambos términos se encuentra que las entidades de derecho público tienen personalidad jurí­dica propia, sus determinaciones son válidas jurí­dicamente, tienen derecho de acción, son sujetos emancipados. Las entidades de interés público son tuteladas, son protegidas, son dependientes de la benevolencia del Estado.
  • En el apartado B del artí­culo segundo (consulta a los pueblos), el Estado desconoce su obligación de consulta y aprobación de los pueblos indí­genas en lo relativo a su desarrollo. En la fracción primera de este apartado tiene efecto el desconocimiento de las comunidades indí­genas como entidades de derecho público, pues no serán consultadas en lo relativo a su desarrollo, sino que sólo se consultará a nivel municipal y las comunidades sólo administrarán los recursos que vayan destinados a fines especí­ficos.
  • En la fracción VI del mismo apartado B del artí­culo segundo (medios de comunicación), el dictamen deja de reconocer que en el ejercicio de la libre determinación y autonomí­a los pueblos indí­genas podrán adquirir, operar y administrar sus propios medios de comunicación, señalando solo que el Estado estará obligado a establecer las condiciones para que los pueblos y comunidades adquiera, operen y administren medios de comunicación. El detrimento radica en que el derecho se desconoce y opera, de nuevo el proteccionismo y tutela del Estado para generar condiciones.

El dictamen se coloca como un obstáculo al proceso de paz, pues el senado se negó a reconocer a los pueblos indí­genas diversos derechos que ya habí­an sido aceptados por las partes del conflicto. El proceso de paz profundo, que garantice continuidad a largo plazo, no se abona con el dictamen del senado, lo que se ha reflejado en las diversas reacciones crí­ticas y de rechazo.

Ante ello, el Centro de Derechos Humanos “Fray Bartolomé de las Casas”, considera que el dictamen debe ser restituido al espí­ritu original de la propuesta de la COCOPA en los debates que se den la Cámara de diputados.“

Otro aspecto muy preocupante del momento crí­tico que Chiapas vive actualmente fue expuesto por el investigador del CIEPAC, Onésimo Hidalgo: la permanente militarización y especialmente la paramilitarización de la región.

Como en otros paí­ses, la parte más sucia de la guerra contra los movimientos rebeldes no la hace la tropa oficial sino las escuadrones de muerte, los grupos de vigilancia, o como quiera que se llamen estas bandas de asesinos. En Chiapas se cuentan ya por lo menos trece de estos grupos paramilitares que cometen sus crí­menes contra la población indefensa bajo denominaciones tan perversas como “Desarrollo Paz y Justicia“. Este grupo armado cuyos lí­deres son conocidos públicamente y hasta representantes polí­ticos del PRI, fue el responsable de la masacre más grande que ocurrió en diciembre de 1997 en el poblado de Acteal en los Altos de Chiapas y cuyo resultado eran 45 muertos, entre niños mujeres y hombres pací­ficos, todos pertenecientes a una asociación civil muy ligada a la diócesis de San Cristóbal. No sorprenderá que el mismo don Samuel, en reiteradas oportunidades, recibiera amenazas de muerte contra su persona y sus allegados.

La salida de don Samuel Ruiz del cargo que durante 40 años desempeñaba, deja a la diócesis y las poblaciones indí­genas en una situación difí­cil. Si bien sus enemigos en el poder polí­tico y eclesiástico saludaron con satisfacción el pase a la jubilación de quien solí­an descalificar al “obispo rojo“ o “camarada Sam“, todaví­a es temprano decidir si realmente podrán cantar victoria aquellos que creen que su dominio sobre los indí­genas y los pobres es eterno.

La labor que durante décadas fue construí­da en la diócesis y que queda plasmada en las resoluciones de una largo y masivo Sí­nodo diocesal en 1995, es continuada por muchos agentes en la diócesis y activistas en las organizaciones de derechos humanos. Inspiradas no pocas de ellas por “El Caminante“ como cariñosamente llaman los indí­genas a don Samuel, gracias a la previsión prudente y el espí­ritu descentralizador que inspiraban al obispo, hoy son organizaciones independientes y con una visión clara de las tareas que tienen que enfrentar. Asumen la labor que tuvo que dejar don Samuel y también los riesgos que siguen presentándose en Chiapas para quien defiende los derechos humanos en general, y de los indí­genas en particular.

El estatuto del Premio Internacional de Derechos Humanos de Nuremberg determina:

Serán distinguidas personas o asociaciones que se han empeñado, de manera ejemplar y cuando se de el caso, asumiendo riesgos personales, para la preservación de los derechos humanos. El Premio busca también, aparte del reconocimiento para los distinguidos, contribuir a proteger a los que están en peligro y a estimular a los demás.

En el Centro de Derechos Humanos de Nuremberg saludamos con alegrí­a y satisfacción la decisión del Jurado de distinguir a don Samuel Ruiz con el premio. Nos integramos a esos “demás“, que la presencia de don Samuel en nuestra ciudad ha estimulado a seguir con el trabajo a favor de los derechos humanos, sabiendo bien que en estos tiempos de sones de guerra y venganza, nuestra tarea será más difí­cil pero también más necesaria.

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