MAYDAY, En defensa de los sindicalistas perseguidos. Una acción de los sindicalistas metalúrgicos en Alemania

Ago 18th, 2002 | By | Category: Regiones

por Rainer Huhle

Mayday, el primero de mayo, es el dí­a de los trabajadores en todo el mundo. Para el primero de mayo del 2002, el sindicato de los trabajadores del sector metalúrgico (IG Metall) de Nuremberg invitó como expositor principal en su tradicional reunión al aire libre a Pierre Sané, ex secretario ejecutivo de Amnistí­a Internacional y ahora subdirector de la UNESCO.

En el mundo sindical alemán un gesto como éste no es nada común. Para los sindicalistas de Nuremberg, sin embargo, es un paso más en su compromiso creciente con los derechos humanos. El mismo mes se inauguró en pleno centro de la ciudad de Nuremberg un monumento extraordinario. En los techos de tres edificios grandes, uno de ellos la sede de la Central de los sindicatos, se habí­an instalado los nombres, en letras luminosas de color rojo de un metro de alto, de tres sindicalistas perseguidos en diferentes partes del mundo: Dan Byung-Ho de Corea del Sur, Taye Wolde-Semayat de Etiopí­a y Tekin Yildiz de Turquí­a.

En un lugar y tamaño que normalmente quedan reservados para la propaganda de las grandes empresas transnacionales se recuerda ahora el destino de tres sindicalistas que sufren las consecuencias de haber defendido los derechos humanos – polí­ticos y sociales – de sus compañeros de trabajo. Al pie de los edificios están instalados unos monitores que brindan información sobre las personas cuyos nombres se ven en los techos y que invitan a participar en las acciones de solidaridad a favor de ellas.

No es casualidad que esta iniciativa surgiera de los sindicalistas de Nuremberg. La sede de la Central de sindicatos de Nuremberg colinda con

la “Ví­a de los Derechos Humanos“, el conocido monumento a la Declaración Universal de los Derechos Humanos creado en 1993 por el artista israelí­ Dani Karavan. El acercamiento entre el mundo de los derechos humanos y los sindicatos ha sido constante desde ese momento. Pronto la iniciativa encontró el apoyo de la organización de la IG Metall a nivel nacional. El presidente de la IG Metall, Klaus Zwickel, quien actualmente es también presidente de la Federación Internacional de Sindicatos, acogió la idea y además brindó apoyo económico y logí­stico para el proyecto. Finalmente se le encargó al artista Heiner Blum el diseño del proyecto que ahora está realizado.

Al mismo tiempo el proyecto encontró también el apoyo decisivo de la sección alemana de Amnistí­a Internacional.

Fue precisamente durante la última asamblea nacional de dicha organización en mayo de 2002 en Nuremberg que el proyecto fue oficialmente inaugurado, en presencia de la Secretaria General de AI, Irene Khan, y Klaus Zwickel, entre muchos otros. Los ciudadanos de Nuremberg y los numerosos visitantes del centro de la ciudad pueden ahora mirar en el lo alto de los edificios estos tres nombres, misteriosos a primera vista, pero explicados en los monitores de información.

La idea y el alcance del proyecto, sin embargo, va más allá de un monumento público. Los sindicatos y las organizaciones de derechos humanos llevan la solidaridad con los sindicalistas perseguidos a las empresas y también a los polí­ticos. Mientras los equipos de Corea del Sur y de Turquí­a pasaban a la semifinal del campeonato mundial de futbol, grupos de sindicalistas se presentaron ante las embajadas y consulados de dichos paí­ses en Berlin y Nuremberg a reclamar por Dan Byung-Ho y Tekin Yildiz.

En veintiún empresas metalúrgicas de Nuremberg los miembros de la IG Metall se declararon “padrinos“ de los sindicalistas perseguidos, hasta que se lograra su libertad. En el caso del etí­ope Taye Wolde-Semayat se tiene noticias que ya salió libre.

Este hecho feliz abre camino para lo que desde el inicio de la iniciativa estaba previsto. Una vez lograda la libertad para el portador de uno de los nombres, éste será reemplazado por el de otra ví­ctima. De la misma manera, el IG Metall quiere llevar la iniciativa desde Nuremberg a otras ciudades. Se busca también, con buenos pronósticos, la adhesión de otros sindicatos hermanos como “Ver.di“ (el sindicato de los servidores públicos), el de los profesores y otros. De tal manera, este proyecto artí­stico abre una amplia gama de posibilidades participativas, tanto para los miembros de los sindicatos como de otras personas e instituciones. Es así­ que por ejemplo la empresa de servicios energéticos de Nuremberg (“N-ergie“) asume los gastos de energí­a eléctrica para las letras luminosas. Desde el Centro de Derechos Humanos de Nuremberg saludamos y acompañamos con nuestros modestos medios esta iniciativa ejemplar.

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