por Patricio Orellana Vargas
Clotario Blest Riffo fue un legendario dirigente sindical que presidio la Central Única de Trabajadores de Chile. Durante toda su vida (1899-1990) mantuvo ciertos principios que consideraba fundamentales, en primer lugar su cristianismo que intentó vivirlo consecuentemente.
Descendiente de una familia católica de gran prestigio, entre cuyos miembros se encuentra Guillermo Blest Gana, el mayor novelista chileno del siglo XIX, Clotario Blest asumió desde joven un compromiso de por vida con el movimiento sindical. Trabajando en el Servicio de Tesorería del Estado, fundó la ANEF, Agrupación de los Empleados Fiscales.
Su definición política fue permanente, cuando le preguntaban si era marxista él reiteraba que era católico, pero a diferencia del jesuita Alberto Hurtado (que fue elevado a la categoría de Santo por el Vaticano) que trabajó políticamente creando organizaciones sindicales vinculadas a la Iglesia Católica, Clotario Blest siguió las enseñanzas del padre Vives que consideraba que el movimiento sindical debería ser independiente de iglesias y de partidos políticos. Consideraba que la liberación de los trabajadores debía ser obra de los trabajadores mismos y su unidad y lucha era lo que permitiría una sociedad más justa. Esta actitud significaba ponerse en una posición distinta a la que propiciaba la jeraquía eclesiástica.
Fue co-fundador del MIR, Movimiento Revolucionario de Izquierda, pero pronto se separó de este grupo que era de extrema izquierda y partidario de la lucha armada.
Nunca intentó crear un movimiento en torno a su liderazgo y aunque era un líder solitario, cuando se creó la Central Única de trabajadores en 1953, donde la mayoría de los dirigentrs eran comunistas y socialistas, la rivalidad entre estos dos grupos sólo se resolvió eligiendo como presidente a Clotario Blest que era el único que tenía la estatura moral, el compromiso social y la independencia que garantizaba una dirección democrática y no sectaria.
Su vida fue una práctica de cristianismo bien entendido, no aceptaba vanidades ni prebendas de ningún tipo y vivía pobremente. Para algunos llegó a ser una especie de santón que seguía las orientaciones de San Francisco de Asís, amando y protegiendo a los animales. Su vieja casa estaba llena de gatos y cientos de palomas llenaban el patio de su vivienda. Su compromiso con los necesitados era proverbial, durante mucho tiempo fue a visitar todos los días al hijo de su secretario que estaba hospitalizado.
Cuando ya tenía más de 70 años años y no desempeñaba cargos de dirigencia sindical fue un precursor de la lucha por los derechos humanos. Hacia 1969 junto a dirigentes sindicales fundó el Comité de los Derechos Sindicales para velar por la vigencia y desarrollo de estos derechos, contó con la colaboración de dirigentes sindicales y abogados de diversas tendencias como Eduardo Long Alessandri , Santiago Pereira, Raúl Elgueta y otros dirigentes sindicales y abogados laboralistas. En 1973 al producirse el golpe militar, este comité se amplió abarcando todos los derechos y en 1976 se denominó “CODEHS” – Comité de Derechos Humanos y Sindicales, que fue la primera organización de este tipo y sólo pudo existir por la presencia de don Clotario.
Cuando en 1978 se creó la Comisión Chilena de Derechos Humanos, que agrupaba a grandes personalidades y tenía el respaldo indirecto de los partidos democraticos, Blest fue uno de sus fundadores, pero siguió trabajando diariamente en su CODEHS, que era una organización pequeña y muy modesta y nunca contó con más de una docena de miembros, mientras que el Comité de Cooperación para la Paz en Chile (precursor de la Vicaría de la Solidaridad), respaldado por las iglesias, tenía 196 funcionarios en 1973.
EL CODEHS funcionó varios años y su local era en calle Santa Cruz 630, en Santiago, la casa de don Clotario. En su ventana se ponía la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que periódicamente los carabineros arrancaban violentamente y él la volvía a reponer inmediatamente. La casa de don Clotario era una casa de adobe, en muy mal estado, con la mitad del techo en el suelo.
A pesar de trabajar en condiciones paupérrimas, se elaboraba un informe mensual de violaciones a los Derechos Humanos, tarea que desarrollaba un miembro que tenía contactos con numerosos abogados que defendían a los detenidos y presos. Este informe se enviaba a varios países, lo que era muy difícil porque rara vez se tenía dinero para el franqueo. Había un mimeógrafo y allí se reproducían el informe y otros documentos.
La existencia del CODEHS contó con la colaboración permanente de Oscar Ortiz (secretario de don Clotario), Manuel Acuña Asenjo, Rosa Rubilar, Pedro Isidro Gaete, Patricio Orellana Vargas y otros, Se ayudó a muchas personas brindándoles refugio y en algunos casos consiguendo que salieran del país.
La única explicación posible de la existencia del CODEHS bajo la dictadura es que era presidido por don Clotario Blest, aunque la amenaza era permanente (frente su casa mataron a Leandro Arratia, militante del PC y en una manifestación detuvieron a don Clotario). Pero en general se pudo funcionar varios años, aunque con gran temor. Quizás otro factor que permitió su existencia era su insignificancia y pobreza que hacía presumir que era una entidad sin ninguna capacidad.
Don Clotario era muy valiente y no tenía ningún miedo. Era un dirigente que intentaba controlar y dirigir todo, y los miembros del CODEHS que eran militantes de partidos no eran de su simpatía y los los calificaba de “políticos” y revisaba acuciosamente los informes que se preparaban para impedir cualquiera filtración política.
Los días domingos, don Clotario, Rosa Rubilar y Orellana iban a visitar a los presos políticos recluídos en la Penitenciaría y ellos proporcionaban información sobre su situación, la que se utilizaba en los informes y a la vez se les llevaban informaciones útiles y alguna ayuda. Don Clotario repetía que era mucho mejor, desde el punto de vista cristiano, ir a visitar a los presos el domingo que ir a misa.
En el año actual se han realizado varias reuniones de los cuatro miembros que quedan del CODEHS.
Entre los recuerdos que se revivieron fue una oportunidad en que Don Clotario y Ortiz fueron al velorio de Jorge Alessandri (ex presidente de Chile). Estaban allí, cuando llegó Pinochet con todos sus ministros y un gran séquito. Pinochet fue a saludar a don Clotario, pero éste se negó a darle la mano y le dijo que no saludaba a asesinos. Pinochet debe haber estado indignado, pero no hizo nada, excepto que el hecho no fue informado por ningún medio. Además don Clotario dijo un fogoso discurso mientras Pinochet le rendía homenaje al difunto.
En otra oportunidad, don Clotario decidió hacer una romería a la tumba de Luis Emilio Recabarren (padre de la clase obrera chilena), porque era un aniversario importante. Le exigió al abogado Elgueta que pusiera un aviso en la prensa para convocarla, no importando que se gastara el escaso dinero. Naturalmente casi ningún diario se atrevió a publicar el aviso, pero finalmente LAS ULTIMAS NOTICIAS lo aceptó pero como aviso económico de unas tres líneas y pequeñísimo.
El día de la romería, los miembros del comité (eran doce personas) llegaron al cementerio y había 400 carabineros, camiones lanza agua, zorrillos (carros lanza gases) y toda la parafernalia represiva. Nadie más llegó al acto y los doce miembros del Comité encabezados por don Clotario se dirigieron a la entrada del Cementerio, allí el coronel a cargo de las tropas lo saludó como dirigente de los trabajadores y don Clotario le dijo que él no le daba la mano a traidores y entró al cementerio.
Las doce personas iban acompañadas por dos largas filas de carabineros armados. Una vez que llegaron a la tumba de Luis Emilio Recabarren, los 400 carabineros formaron un gran círculo alrededor y don Clotario hizo su discurso de homenaje y al terminar entre los aplausos de sus once compañeros le pidió al abogado Elgueta que también hiciera un discurso. Elgueta cuenta que no sabe cómo ni qué dijo, pero lo hizo. Finalmente salieron del Cementerio con la inmensa guardia, que no los detuvo.
Parece que Pinochet había decidido no perseguir a don Clotario, quizás por su prestigio, edad y porque don Clota nunca fue militante de partido y no podía ser considerado como político, que según Pinochet era la condición para eliminarlos.
También había cosas divertidas. Don Clotario una vez se indignó con uno de los miembros porque había utilizado fondos del CODEHS para comprar un tarrito de FLIT (insecticida) porque en el local había una plaga de pulgas. Él consideraba que era un derroche gastar en eso y además porque consideraba que todos los “animalitos” tenían derecho a la vida. Además odiaba al “estiércol de Satanás”, como llamaba al dinero. Así como estas anécdotas se contaron otras muchas.
El 31 de mayo, con ocasión de cumplirse 21 años de la muerte del líder sindical, Clotario Blest, se realizaron actos en su homenaje en Santiago y Buenos Aires.
En Santiago se realizó un acto en el local de la ANEF, al que asistieron el ex presidente Patricio Aylwin y el Presidente del Partido Demócrata Cristiano, así como dirigentes sindicales, especialmente de esa colectividad. Aunque don Clotario decía “Yo puedo actuar con independencia porque no le prendo velas a ningún partido político”, el Partido Demócrata Cristiano ha tratado de transformarlo en uno de sus figuras más representativas, probablemente porque era cristiano, aunque él nunca militó en partido alguno. Otra asamblea en su homenaje se realizo por parte de los trabajadores de la Universidad Metropolitana y una organización de estudiantes universitarios se denominó Colectivo Clotario Blest.
Otro homenaje se hizo en el Centro Cultural de Chile, en Buenos Aires, respaldado por el embajador de Chile Adolfo Zaldívar. Al evento asistieron compañeros de sus luchas sindicales y por los derechos humanos, biógrafos y amigos, entre los cuales estaban Hernol Flores, Mónica Echeverría, Oscar Ortiz y Oscar Olivos.
Anteriormente el gobierno de Chile emitió un sello en su homenaje y en el Museo de Arte Contemporáneo, el artista Alfredo Jaar presentó una exposición de fotos del lider sindical titulada “La Cordillera de los Andes”, porque esa era la significación de Clotario Blest en la historia de Chile.