(Más terrible que la muerte: Masacres, drogas y la guerra de Estados Unidos en Colombia), New York: Public Affairs 2003, 311 páginas
En Colombia, no es necesario presentar a Robin Kirk. Los defensores de derechos humanos la conocen por su labor incansable como investigadora de las atrocidades que se cometen a diario en el país. En más de un caso, los informes de Human Rights Watch, la ONG a cuyo servicio la autora trabajaba, han producido debates calientes en Colombia y en Estados Unidos acerca de las responsabilidades del Estado de esos crímenes y han obligado a las autoridades a tomar medidas. La conocen a Robin Kirk, por lo tanto, también los funcionarios de los distintos gobiernos y los oficiales de la Fuerza Pública con quienes Kirk ha buscado, cuando ellos lo permitieran, entrevistas y diálogos francos. La conocen, por supuesto, también los grupos armados ilegales: los paramilitares que en una oportunidad la reciben para una entrevista cortés y en otra casi logran asesinarla; y los guerrilleros que en vano buscan convencerla que sus atrocidades no se pueden comparar con las violaciones de derechos humanos de sus adversarios.
En este libro Robin Kirk ofrece una serie de recuerdos de sus experiencias en Colombia, da testimonio de encuentros excepcionales, presenta su versión vivida de hechos notables y desconocidos, retrata personajes de interés público como de seres humanos olvidados. Quien conoce al país reencontrará numerosos hechos de la historia reciente de Colombia, narrados desde el punto de vista personal de la autora, una visión centrada en la dignidad de la persona humana. No es casualidad que el personaje que sirve de una especie de Beatrice a través de los círculos del infierno colombiano sea el carismático defensor de derechos humanos Josué Giraldo, asesinado a sangre fría y casi ante los ojos del mundo que había sido advertido de esa muerte múltiples veces. Robin Kirk no oculta su subjetividad, sus propios sentimientos y reflexiones frente a lo que le toca ver y vivir en Colombia. Lo hace de manera sincera, sin temor a las objeciones que de uno u otro lado ideológica puedan provocar. Es impactante observar, a través de las páginas del libro, la terquedad con que ella busca su camino, guiado por el compromiso con la defensa de los perseguidos y la voluntad de desenterrar las verdades que, a veces burdamente, se ocultan.
Como si las memorias personales de una década al servicio de la defensa de los derechos humanos en Colombia no fueran suficientes para una lectura apasionante, el libro es a la vez una excelente introducción a la historia de la violencia en Colombia desde la época de Gaitán. Su profundo conocimiento histórico permite a Kirk una visión la más justa posible de los acontecimientos que se sumaron poco a poco al escenario actual de violencias que parezcan inextricables. Y sus conocimientos detallados, adquiridos en numerosos viajes a los sitios más remotos dle país y entrevistas con todo el mundo, le permiten un juicio competente también acerca del tema que está en el centro de los últimos capítulos: la “guerra antidroga”, cuyo eje ha sido el departamento del Putumayo. Vista desde la vida de los campesinos del sur de Colombia o desde los cálculos de los estrategas en Bogotá y Washington, esa guerra no tiene sentido, por lo menos no para resolver el problema de las drogas. La norteamericana Robin Kirk lo dice muy claramente a su gobierno.
“More terrible than death” es un libro escrito con la pasión de una activista y la razón de una investigadora científica. La mezcla puede ser contundente, pero también puede sembrar la duda, el escepticismo, hasta la desesperación. Ya casi al final del libro la autora recuerda una conversación con el personaje omnipresente en el libro, Josué Giraldo, a quien confesara sus dudas personales sobre los efectos de su labor. “No dudes”, había sido la respuesta del abogado. “Abandonar es más terrible que la muerte.”
por Rainer Huhle